Fabricado originalmente para los montañeros vascos a principios del siglo XX, esta chaqueta de lana se convirtió en algo más que una simple protección contra los elementos: evolucionó hasta convertirse en un símbolo de orgullo, resistencia e identidad. Adornado con los seis escudos de las provincias vascas, era un recordatorio de unidad y fortaleza, una unión con nuestra tierra e historia común.